lunes, 20 de junio de 2011

La grandeza de crecer

     De pequeños siempre pensamos "Cuando sea grande seré...", "...haré...", "...diré...", "...tendré...". Pero nunca pensamos "¿Seré grande?". Envejecemos con la mentalidad de que cada vela que apagamos nos hace crecer y esa falsa enseñanza que se nos ha inculcado es la culpable de muchos de los comportamientos que hoy por hoy me parecen insoportables.


     Muchas personas se han hecho la idea de que su edad legal marca el crecimiento de ellos como personas. Como profesionales. Como humanos. Y lamentablemente eso los estanca en un nivel mediocre de desarrollo. 


     Ese creerse y sentirse grande, les infla el ego, les pone un techo a menos de una palma de su cabeza y les impide desarrollar cualquiera que sea su área de desenvolvimiento. Porque se han autoadjudicado un nivel de desempeño tal que no les permite ver cuánto más les falta por crecer.


     Quizá algunos lo llamen "problema de humildad". Yo lo titulé la grandeza de crecer. Para mi esas personas han subestimado la importancia del no saber, para con ello poder crecer. Por ahí hay un dicho/refrán que cita: "Prefiero ser ignorante por un segundo, a serlo toda la vida". Y es ahí donde está la grandeza de crecer.


     La ignorancia que tanto nos aqueja hoy será conocimiento mañana. Y es que así es que se crece. Aprendiendo, conociendo, estudiando. Reconociendo que no sabemos y explotando nuestra curiosidad para poder aprenderlo.


     Las ínfulas de "nací aprendido" es lo que critico. Están tan arraigadas en algunos segmentos de esta generación que casi me atrevería a decir que es un mal eslabón genético que inhibe algún tipo de actividad cerebral y atrofia tan apreciado músculo.


     Así que esta es la generación de "yo lo se todo". Y ha dado nacimiento a fotógrafos con conocimientos de avanzada a primera exposición, cuyas fotografías no tienen ni media técnica. A diseñadores vanguardistas que diseñan cosas que nadie ha visto, que utilizan programas antes de que estos hayan sido lanzado, cuyos diseños son fusiles de afuera realizados en paint. Fashionistas avant-garde, que utilizan otoño en invierno. Y pare usted de contar. 


     Entonces ahorita todos quieren dar opiniones "técnicas" de temas que no manejan, quieren dar clases de materias que no imparten y se hunden en la arena de su ignorancia. No le ven la belleza al crecer poco a poco, proyecto tras proyecto. 


     Se alimentan de críticas positivas de personas que desconocen el tema y se molestan ante críticas de aquellos que han crecido. Quieren correr sin antes haber gateado. Y muy pronto se tropiezan porque nadie les dijo que para andar primero se mueve un pie y luego el otro. 


     Felizmente me declaro una ignorante de muchos temas. Pero una curiosa por naturaleza. Y así creceré. Porque para poder escribir estas líneas, de pequeña mi madre tomó mi mano para que aprendiera a escribir.








lunes, 11 de abril de 2011

Caracas y otras fronteras.

      Hace días llegué de viaje. Tras 10 años sin montarme en un avión, me senté durante 7 horas en una butaca azul que nunca quiso reclinarse para dejarme dormir, para buscar mi norte en el sur. 

      Llegar a un nuevo lugar es excitante e inspirador. Altera cada sentido de una forma inexplicable y esa curiosidad que se nos apaga al crecer o al acostumbrarnos a un lugar vuelve a florecer. Lo primero en lo que me fijé fue en el aroma. Siempre he dicho que cada lugar tiene un olor particular. Así que tras inhalar aire a 15ºC sonreí y dije que me gustaba el olor. Parecido al de Barcelona en verano. Pero era mi primer otoño en Buenos Aires.

     Mis tres semanas en nuevas fronteras transcurrieron mejor de lo esperado. Decenas de calles caminadas, noches disfrutadas, sentidos intoxicados por litros de cerveza, frío, calor, nuevos escenarios, nuevas personas y una cultura que más que disfrutar tuve la oportunidad de vivir.

     Los últimos días me llevaron a múltiples reflexiones catalizadas por las múltiples conversaciones con bonaerenses y mi compañero de viaje, de vida, de día a día. Estas reflexiones me llevaron, muy en mi contra, a comparar este nuevo lugar con mi hogar. Y cuando digo muy en mi contra lo digo porque no se pueden comparar dos lugares diferentes. Sin embargo, me hizo darme cuenta y recordar, que en un momento, no muy lejano, fuimos como ellos.

     Extrañaba caminar sin temor a ver a mi vecino de acera. Recorrer decenas de cuadras diarias bien iluminadas. Ver personas mayores y niños en parques, plazas, calles y avenidas incluso cuando el sol se ocultó muchas horas atrás. Abandonar la sensación de temor, por mis pertenencias, mi salud, mi vida y la de aquellos que me rodean.

     Y ahí me fije que esa sensación de seguridad que sentí, se sintió en mi país hace no mucho. Antes de que el abandono y la apatía por desconfianza nos hiciese caer en un pozo donde la luz del sol no llega. Recuerdo haber ido al Parque del Este y montarme en un bote a pedales cuando apenas era una niña. Recuerdo recorrer Caracas de la Urbina a Carmelitas en un autobús de la mano de mi Madre y mi Hermano. Recuerdo haberle roto la cuerda del gurrufio al nieto del señor de la ferretería que quedaba al lado de la sastrería de mi abuelo. 

     Ahora, siento que de eso no quedan más que recuerdos y anhelos. Porque no creo que mi sobrin@ vaya a crecer en una Caracas en la que pueda hacer eso sin que su madre tenga que cruzar la pañalera o caminar asustada por esa calle de la Candelaria. Porque del Parque del Este quedan recuerdos y unas pocas áreas sin ser arruinadas. Porque un trayecto tan largo en autobús es perder el día entero en el tráfico Capitalino. Porque se ha olvidado la magia de los juegos autóctonos y se han suplantado con prefabricaciones Nikko.

     Los cambios a los que nuestra ciudad se ha visto sometido nos ha llevado a encerrarnos en nuestras casas. A autoimponernos un toque de queda por temor. A cerrar los puños cuando pasa una moto. No sacar el teléfono si hay mucha gente. Y desconfiar del vecino la mayoría del tiempo. Se nos ha arrancado la humanidad. 

     El calor humano que muchas personas perciben en nosotros mas allá de nuestras fronteras, es sangre fría cuando estamos dentro de ellas.  Y la culpa es nuestra. Hemos dejado espacio en la calle para que, el que hace mal, tenga la calle entera para hacerlo.  Hemos vaciado las calles y las hemos dejado al merced de quién aprovecha esa soledad para perpetuar el mal.

     En el 2008 se censaron 5.998.675 personas en el Área Metropolitana. Y a pesar de que esas personas viven, un porcentaje minúsculo habita. Hay que ser habitante de Caracas. Las calles de la Caracas que en otrora tuve la oportunidad de conocer no estaban a la defensiva y ofensiva. Se reían, bailaban y movían al ritmo de los pasos de quienes la recorrían. Si el 25% de la población se aventurara a habitar sus calles, no habría un lugar vacío. Y aunque eso no erradicará los problemas le dificultará el trabajo a quién desee hacer el mal. 

      Si llenamos nuestras calles de cultura. De actividades. Si invitamos a los jóvenes a caminar y conocer sus calles más que hacer un turismo express en sus aceras. Si le recordamos a los viejos que lo que vivieron puede volver a vivirse. Y le mostramos a los niños lo hermoso de nuestra ciudad. Podríamos recuperar lo que es nuestro. Porque es necesario defenderlo.

     Cultura de tolerancia. Educar, conocer, difundir. Abrirnos a nuestras raíces, entenderlas, divulgarlas. Disfrutar lo autóctono sin menospreciar lo de afuera. Aceptar y comprender a las personas más allá de la apariencia. Darle importancia a la esencia sobre la materia. Crecer. Respetar. ¿Ya dije educar?

     Utópico. Se que puede sonar utópico. Pero por unos días lo viví. Y no puedo desear otra cosa para el lugar que me vio y me enseñó a crecer. 

"Una vez hayas probado el vuelo siempre caminarás por la Tierra con la vista mirando al Cielo, porque ya has estado allí y allí deseas volver." Leonardo Da Vinci

    
    

martes, 29 de marzo de 2011

Sobre la intimidad.

Según la RAE: "Zona espiritual y reservada de una persona o de un grupo". 

Esta mañana en twitter di con una noticia en la que mencionaban una nueva página web "Womb Tube" en la que, las mujeres pueden compartir un video del momento en el que se enteran de su embarazo. El video puede ser de cuando el médico le dice a la pareja feliz o a la futura madre soltera que se encuentra en estado. De cuando los mismos ven una prueba de embarazo casera. E incluso algunas menos discretas muestran en sus videos el  proceso completo: "Discurso previo de la mujer con explicación en detalle de los días de retraso, días que han pasado desde que tuvo relaciones sexuales, hacer pis donde corresponda, esperar el resultado y la reacción al conocer el resultado del test de embarazo: negativo o positivo."

Tras leer la noticia con su respectiva crítica y curiosear el sitio web. Recordé algo que había escrito y mencionado en otrora en mi anterior blog sobre como se ha subestimado el valor de la intimidad.  

No puedo entender como alguien puede preferir subir un video de algo tan íntimo como la noticia de un embarazo y con esto darle a conocer esta noticia a miles de desconocidos, a sentarse con la pareja, familia, amigos y decírselos cara a cara. Hace aproximadamente un mes me enteré que seré tía y me enteré luego de que mi propio hermano guardase el secreto por unos meses para asegurarse de que todo se desarrollaba correctamente y ver el brillo en su cara, ponerme a llorar de emoción, compartir todos la noticia fue genial. Como alguien cambiaría eso por la frivolidad del 2.0. Apartando el hecho de que si veo el video antes de que me den la noticia LO MATO! 

Y a pesar de que me enfrasqué un poco en el asunto del embarazo por la dichosa página. El sacrificio a la intimidad es cada día mayor en muchos aspectos. Quién no se ha enterado por facebook de las mil peleas diarias que tiene alguna fulana con su novio.? O de que mengana se hizo los senos.? Quién no se enteró por twitter que Pablito se compró una nueva camioneta.?

Lo peor es que con esas interrogantes la lista no termina. En tumblr le he visto los senos, fácilmente, a una decena de chicas que he conocido en la vida real. Y no critico que quieran mostrarse o no, porque de ahí el dicho coloquial "Cada quién hace de su culo un florero" y me disculpan tal coloquialismo. Pero en mi visión personal, si te vas a desnudar para un público amplio, piénsalo. Porque en la web todo vuela y si te desnudas en un blog de acceso libre, donde tus encantos pueden ser descargados de buenas a primeras, no puedes pretender que en una semana todo se haya olvidado. Así que si te arrepientes luego, como sucede en la mayoría de los casos, será muy tarde. Quizá el próximo chico que te guste ya haya visto tu tren delantero al desnudo, al igual que él todos sus amigos y no te tomarán en serio.

La cuestión está es que dentro del bulto 2.0. Lleno de perfiles, blogs, estados, tweets de miles de decenas de ciudadanos del mundo, resaltar se ha convertido en prioridad para algunos. Sin pensar en las repercusiones reales de ello. 

Cinco minutos de fama, apoyo de personas desconocidas, palabras de extraños reafirmando autoestimas heridas, han llevado a miles a decir o hacer cosas que violan su intimidad y los exponen a la merced de un público que por bueno también puede ser cruel. En un mundo virtual donde las reglas son difusas y donde todo lo bueno tiene también una cara muy oscura. Y es que a pesar de que todo parezca un juego, porque muchas personas con las que te comunicas no tienen caras. Pero detrás de cada teclado existe un ente real. Y no todo el mundo es bueno.

Mi crítica busca crear una reflexión ante el uso de las nuevas comunicaciones. Nos hemos dejado llevar por las actualizaciones de nuestra vida online. Y sintiéndose respaldados por una pantalla han borrado la difusa línea de la intimidad entregándole todo al 2.0


viernes, 18 de marzo de 2011

"Somos del tamaño de nuestros sueños"

      Tenía tiempo contemplando la idea de abrirme un blog. En la búsqueda y respuesta a esta idea, abrí un Tumblr que fracasó. No por falta de seguidores, si no por la poca calidad en estos. Sabía que ahí no encontraría lo que deseaba, no era el público adecuado. Lo cerré y me doy una nueva oportunidad aquí.

      El título de este post es una frase que también tengo escrita en la pizarra acrílica del estudio/oficina de mi casa. La escribí una mañana, luego de una ardua noche de trabajo con Rodrigo. Buscando inspirarme e inspirarlo y creo que funcionó. 

     Quisiese saber de quien es esta frase y Google no me ha ayudado a descubrirlo. Pero esconde tanta grandeza como la que uno le quiera imprimir. Porque son los sueños de uno los que se verán representados ahí.

     Las personas hoy por hoy han olvidado un poquito soñar. El ruido de las ciudades ocupan nuestra mente y la llenan de ruidos innecesarios. Las prioridades han cambiado y la necesidad de bienes materiales que faciliten y simplifiquen nuestra vida es mayor que la necesidad de crecer como personas. Se ha olvidado el valor humano, inclusive el propio. Y los movimientos premeditados cual piezas de ajedrez se destacan sin darse cuenta que le dan jaque mate a su propia vida.

     Cada vez que leo "Somos del tamaño de nuestros sueños" me siento niña nuevamente. Recuerdo cuando le decía a mi mamá que sería astronauta, doctora, escritora o vendedora de limosinas. Como mi mamá volteaba a sonreírme y asentía con un "si nena". Y es que cada vez que yo hablaba de los planetas que conocería, las personas que salvaría, los libros que publicaría y las limosinas que vendería. Me engrandecía, por esos minutos era realmente la primera mujer astronauta en pisar marte. Era realmente una doctora de fama mundial. Una venezolana destacada por haber ganados varios Pulitzer y un Nobel de Literatura. La dueña de una franquicia de limosinas. ERA GRANDE. Porque era mi sueño.

     Hace poco me gradué. Empecé una marca de ropa con quién espero sea mi compañero de vida. Y durante los primeros meses del lanzamiento de la marca y casi final de mi carrera estuve bajo mucho estrés. Interactué con personas cuyo norte es el sur y eso los lleva a tomar decisiones equivocadas y no ponerle empeño a lo que desarrollan. Me encontré buscando un equilibrio entre mi vida en pareja y mi vida laboral. Y me encontré con obstáculos que temí no ser capaz de superar.

     Pero esa noche, cuando me sentía derrotada. Cuando sabía que el también estaba derrotado. Vino esta frase a mi mente. No se donde la vi, si la leí o la escuché. Quizá simplemente la soñé. Pero al despertar tomé un marcador indeleble y la escribí sobre la pizarra. "Somos del tamaño de nuestros sueños" . No hizo falta mas nada sonreí al cerrar las comillas, entendí que somos grandes.

     Los invito a soñar...en grande!